El triunfo doble de MartinSón en el Festival Nacional de la Canción Costa Rica, el 31 de julio, se debe a un tema Milongón para un amor de carnaval. De 278 participantes fueron elegidos 10 finalistas y de ellos, este fue el gran ganador, al llevarse los dos premios de la noche.
El tema está registrado bajo su nombre de pila, José Martín Rodríguez Jiménez, pero su mote artístico es ese que, desde su pronunciación, alude a un ritmo movido y una cadencia alegre. Así suena su Milongón, con el que irá a representar a Costa Rica, a Uruguay antes de que finalice el año, al Festival de Punta del Este.
Por ahora, este es el punto de mayor resonancia de este artista ramonense que dice haber empezado en la música desde carajillo, cuando lo contrataban para amenizar las serenatas de los quintos años de su colegio. Acá una conversación con él.
Primero quisiera entender cuál es su dinámica actual como artista.
Soy un mata chivos de jueves a domingo, o a veces desde el martes. Lo que me da la plata es andar con la guitarra y, al lado de eso, soy compositor. Desde el 2017 he sido un artista itinerante. Todos los años, fuera de pandemia, he estado tocando acá unos tres meses para ahorrar e irme a Europa cuando empieza la primavera; luego hago plata para venirme de vuelta.
Hablo cinco idiomas por estos viajes y aquí me han presentado con la idea de que me voy de gira a Europa, pero la verdad es que he trabajado cambiando camas y limpiando baños mientras toco música para poder pagar cada noche.
La última vez, estando allá supe del Festival Nacional de la Canción Costa Rica y me dije que lo de seguir siendo poeta errante ya no es un propósito. Me vine, apareció lo del festival y la nominación a los premios ACAM con canciones que produje en el 2021.
¿Cómo nació la canción por la que ganó los dos premios del Festival Nacional de la Canción Costa Rica?
Voy a empezar contando que tengo una relación particular con Uruguay. Por eso me emocioné mucho al darme cuenta de que entre los premios estaba la posibilidad de representar a Costa Rica en el Festival de la Canción de Punta del Este. La pareja de mi mamá vivió mucho tiempo en Uruguay y, cuando ellos se reencontraron, estando yo pequeño, él venía con el mate en la mano, oyendo Los Olimareños, Rubén Rada o Jaime Roos, entonces crecí con la cultura uruguaya de cerca.
Cuando supe de este festival, pensé que era una excelente ocasión para sacar un producto donde pudiera aprovechar esa experiencia. Decidí hacer una canción a la medida para el festival, tomando en cuenta que — más allá de una competencia — es un encuentro cultural. Así que hice algo tico pero con un guiño cultural; terminé escribiendo un candombe (danza de origen africano en Uruguay), y en la letra metí un ping-pong cultural, con referencias como “Puerto Viejo”, “la sabana” y “el parque Rodó”.
Escribí la letra en mi cuarto con el celular, con un par de acordes en mente, y todo salió muy fluido. A veces dicen que uno no termina una canción, sino que la abandona, porque uno habitualmente quiere cambiarle cosas a la canción, pero uno tiene que saber cuándo una canción está para mostrar. En este caso, cuando la terminé de hacer, me fui donde mi productor para grabar la maqueta y ya estaba contentísimo con la canción. Me sentía satisfecho; quedó un producto que yo sabía que era para competir. Sin afán de presunción, yo me sentía seguro de que mi canción iba a entrar ahí entre las 10 finalistas.
En cuanto a emociones, ¿qué es lo que debería provocar una “canción de festival”?
En este caso siento que mi canción tiene el mérito de que la energía nunca cae. Hay canciones que son más como un ritual, repetitivas, aptas para bailar, pero este tema es muy balanceado con los versos, un solo, los coros tienen un aire característico de la murga uruguaya y luego tiene estos pregones que son algo más de la música del Caribe, de la salsa, o del son.
Creo que todos estos elementos permiten que el tema tenga fuerza y la lleve a un final enérgico. Fue un golazo.
¿En el proceso del Festival qué aprendizaje le quedó de los otros participantes?
Principalmente, mucha humildad, porque en la misma competencia había artistas nuevos, otros intermedios y unos más veteranos y había mucha humildad entre todos.
Por ejemplo, estaba Melissa Masís, que tiene mucha experiencia como corista en Teletica y otros proyectos, y mucha presencia escénica, o Mechas (Kadeho), que es un artista de quien yo tocaba piezas cuando yo tenía 14 años… también Maf É Tulá, o Elena Zúñiga, que ambas son muy respetadas y reconocidas en sus círculos o Mike Joseph, a quien yo ya conocía. Entre todos hicimos una amistad tan linda; parecía más un convivio que una competencia. Quedaron semillas sembradas para que el día de mañana hagamos cosas juntos.
¿Esta canción ganadora se convierte en la canción más importante de lo que lleva en su carrera?
No necesariamente. Hay un fenómeno con este tipo de concursos: si uno no los toma como una palanca, pasan de largo. Hay gente que ha ganado OTI, Viña del Mar, o concursos en televisión, como Tu Cara Me Suena o Nace una Estrella, pero si uno no tiene el tacto de qué hacer, las posibilidades pasan de largo.
En este caso, después de ganar, Humberto Vargas me invitó a un concierto, con él, Éditus y Marta Fonseca, y con esa invitación noté que tengo otro tipo de credibilidad artística. A veces la gente solo lo identifica a uno cuando vienen este tipo de reconocimientos. No dudo que el haber ganado el festival y que estas puertas se abran, van a hacer que mi carrera artística levante. Diría que hay una vez en 15 años para que este tipo de cosas sucedan.
Lo otro es que el premio Legado podría potenciar estancación para siempre. (Este premio lo entregó un jurado de directores de marching bands.) Ha sido muy valiosa la experiencia que Humberto ha tenido con Dilo de una vez a partir de que las bandas la interpretan en festivales. ¿Quién quita que mi pieza se convierta en una canción al estilo de la de él? Uno quiere que las canciones de uno queden para el colectivo.
Hablemos de otras composiciones relevantes. A Los días se juntan le ha ido bien en radio y también está Todo va bien, que está nominada para los premios ACAM. Evidentemente, tiene una gran habilidad para componer sencillos exitosos.
No sé. Desde carajillo he sido muy tirado a la nueva canción. En el cole conocí la trova, en la U fui alumno de Manuel Monestel en Tafore y también fui alumno de Patricio Torres. Gracias a Manuel me gusta mucho la música de Brasil y el calipso, con él expandí mis influencias como compositor.
Yo antes era muy de trova, cantaba música de (Alejandro) Filio, Fernando Delgadillo y Silvio (Rodríguez), pero para tocar más, tuve que diversificarme mucho. En mis eventos, si me piden una pieza de Maluma, la toco. Una es mi vida como compositor, pero la que me paga mis cuentas es la de intérprete y “mata chivos”.
En pandemia empecé a hacer un disco con Bernardo Quesada, pensando. Ahí trabajamos Los días se juntan, que es una canción que escribí hace mucho tiempo, Él me dijo que quería producirla de nuevo o, más bien, reproducirla. A 94.7 llegó a primer lugar y luego le hice un video muy emotivo con Master Key.
Hace año y medio empecé a trabajar con Fofo Madrigal; él sabe cómo moverse y hacer productos vendibles y “masificables”. Me preguntó si yo quería que me conocieran o, más bien, si quería hacer música trascendental para un público reducido. Le dije que lo primero, entonces me recomendó ir a grabarla con Ariel Quesada, a Alajuela.
A mi edad, 34, quería hacer algo diferente, fresco, que los jóvenes me escucharan y recibieran una pieza que no fuera aburrida. De ahí salió Todo va bien como un experimento, a ver si gustaba o no. También fue número 1 en 94.7 a inicios de año.
Para mí es una canción importante porque me llevó a grabar un video muy distinto a lo que había hecho antes. Hay gente que me dice que escucha esa canción como un mantra y les ha ayudado para salir de situaciones difíciles.
Ahora estoy nominado a nueva canción con Los días se juntan y a sencillo pop con Todo va bien, estoy en dos extremos diferentes.
Con eso en mente y la presentación que dará en Uruguay, ¿qué otros propósitos tiene?
Mi sueño es que mis conciertos sean de música original, que la gente llegue sabiendo que va a oír un show de MartinSón con su propia música. Es un sueño a mediano plazo. Quiero llegar a cualquier lugar y que no me pongan un “pero” si digo que solo voy a tocar mi música. No quiero tocar toda mi vida Antología de Shakira, Ojalá o La Flaca. Aunque es bonito, el arte es digna y hace feliz a la gente, me gustaría poder vivir de todo lo que le estoy metiendo de ganas a mi propio proyecto artístico.